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domingo, 5 de mayo de 2013

El nombre simbólico



De mi nuevo renacimiento. 
Murasaki

En la vida morimos muchas veces, siempre para renacer convertidos en algo diferente. Algo que suele arrastrar parte de lo que fuimos antes, aunque también en lo muerto se queda parte de lo que éramos.
Porque los recuerdos y los olvidos, como el negro y el blanco, forman parte de la construcción personal. Los olvidos que no tenía Funes el Memorioso de Borges.

Morimos muchas veces, tanto en la vida profana como en nuestro camino iniciático. La Iniciación es la ritualización, el símbolo, de la que será una de las grandes muertes de nuestra vida (si de verdad vivimos con compromiso iniciático): la muerte del profano y el nacimiento, el alumbramiento (¡la Luz V.:M.:!) del Masón. No es la única pero además tampoco es ella única en el tiempo: es una muerte que debe ser renovada conscientemente con el compromiso constante y que se renueva también a veces de forma involuntaria con muertes inesperadas.

Como en la vida profana, la vida masónica camina pisando sobre el blanco y el negro, sin grises. El camino iniciático nos conduce hacia el oro de los sabios pero atraviesa desiertos. Y ante los desiertos, que llegan: Perseverancia. Ya se nos dijo en la Cámara de Reflexión. En el primer escalón previo a todo.

Yo, como todos, QQ.:HH.: también he tenido muchas vidas. Una nueva es la que comienza hoy simbólicamente entre estos sagrados muros y en vuestra compañía. Y me gustaría reforzar el símbolo con la adopción de un nuevo nombre.
El nombre simbólico me sirve a mí de inspiración. No es modelo de conducta, sino aliento. En este caso, el nombre de Murasaki aúna en ese aliento Fuerza y Belleza y también me transmite y me ayuda a tener presentes muchos de los valores que asocio con el D.:H.: Por eso quiero que la luz de esta japonesa del siglo XI me tienda la mano y sea una luz para mi trabajo en este Templo.

Me parece también importante y simbólico para mí adoptar un nombre de una mujer japonesa. Una mujer alejada en el tiempo y en el espacio, símbolo de lo universal de la cadena de unión y símbolo también de la aspiración internacionalista de la Masonería, una aspiración además que yo he visto mucho más firme y comprometida en el D.:H.:
También el carácter de su obra y de su pensamiento, y su propia trayectoria vital, son para mí un símbolo perfecto de otro de los principios fundacionales de la orden, expuesto en el primero de sus artículos:
La Orden masónica mixta internacional El Derecho Humano afirma la igualdad esencial de los dos seres humanos, el hombre y la mujer.”
En su vida actuó con libertad individual, sin dejarse arrastrar por roles impuestos socialmente a los géneros. Murasaki Shikibu vivió entre finales del siglo X y comienzos del siglo XI. Una vida corta (murió a los 35 años de edad) que dedicó al estudio y a la creación literaria. 
Su obra más conocida, la Novela de Genji, es una caracterización realista de las relaciones de géneros en la japonesa de su tiempo. La relación desigual entre sexos. Con el disfraz de una novela de corte, una mujer de los albores del siglo XI presenta en toda su crudeza el sufrimiento de mujeres despreciadas, violadas, humilladas, abandonadas, dolientes e incluso suicidas por el hombre.

Murasaki sale del rol que le había sido asignado por su género y utiliza la palabra para mostrar en su crudeza el dolor que origina la desigualdad distribución del poder, en este caso entre sexos. No es una obra feminista: es una obra espejo, una obra que muestra el sufrimiento que nace de la diferencia.

Internacionalismo e igualdad entre sexos. Dos. Y para llegar al tres: creación. El tercer elemento inspirador en esta figura y que quiero que ilumine mi camino en esta nueva etapa, es la creación, la incansable voluntad creadora de Murasaki. Su compromiso con el trabajo, con el estudio y con la vocación. El mismo que quiero adquirir yo desde este momento.

Después de uno de los desiertos que a veces jalonan el camino hacia la fuente, llamé a las puertas de este Templo y solo vi Hermanas y Hermanos. Y me sentí en casa. Llamé a las puertas porque la Masonería me ha dado mucho y Murasaki refleja ante mis ojos el lugar donde quiero renacer, como expresión de los que son para mí sus grandes valores, por ello os ruego, HH.:, que desde ahora solo me llaméis por mi nuevo nombre, y que su Luz sea una más de las que iluminan el crisol del Templo.

He dicho,
Murasaki
M.:M.:

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